INFLACION TABACALERA

Mario Aguirre hacia un personaje que se ponía una gorra de dos viceras en un programa en el que estaba Carlos Otero de a principio de los noventa (¿los domingos no estan contados?) que en uno de los scketch gritaba: -¡Dame trecincuenta!. Y los tres cincuenta se referían al precio de la caja de 20 cigarros en el año 90. Pero alguna parte de mi, cree que poco antes valían $1.60. Alguna timida suba de precios hubo en esos años, porque recuerdo muy vivamente los huevos a 15 centavos y el chiste de: "te felicito por tus 15". También recuerdo que las guaguas costaban 5 centavos y comenzaron a costar 10, y después aparecieron las cuarentiñas (como el matarife de la novela Doña Bella) que salían (obviamente) 40 centavos.

La inflación que en cuatro años llevaría el dolar de un tipo de cambio (ilegal) de 5 a 1 a un tipo de cambio de aproximadamente 150:1 es un fenómeno que aun no me puedo explicar del todo, en términos estrictamente técnicos. Creo que la despenalización de la tenencia de dólar unida a la ya creciente escasez fueron factores determinantes, pero no me pienso detener mucho en esto.

Los cigarros no subieron de un día para otro: Primero se perdieron. Como otrora había ocurrido con la langosta y los camarones, el siempre a tono dicharacho popular ya empezaba a divulgar que los Populares "se habrían ido de misión internacionalista". Pero un vicio es un vicio, el ambiente se puso bastante caldeado y cuando en el mercado negro las cajas de Populares salían 20 pesos y las de Tupamaros 10, un día aparecieron cigarros como por arte de magia en todos los establecimientos de comercio del país.

Eso si, ahora costarían 7 pesos y lo que en realidad fue una suba del 100% del precio oficial, fue percibido como un alivio para los fumadores empedernidos de entonces. Hasta yo, con apenas 12 años a cuestas me di cuenta de la treta, y creo a la luz de los años, que fue la primera vez que me dí cuenta de un movimiento económico como en un ajedrez a gran escala.

Yo empecé a fumar años más tarde, y aún el cigarro estaba a 7 pesos. Incluso cuando me fui de Cuba los populares seguian a ese precio, aunque la calidad era desastroza y empezaban a aparecer los Criollos a 10 pesos. Ya habían aparecido a 0.50 USD los Vegas (Robaina) y (Hoyo del) Monterrey, tras unos años de haber sacado Brascuba el nuevo Popular, también a 0.50 USD.

En algún momento entre el 99 y el 02, intuyo que mientras trataban de posicionar el nuevo Popular, y ya al final los Vegas y Monterrey, desaparecieron completamente los H. Upmman, los Montecristo y los Partagás. Ahora tengo entendido que han vuelto pero más caros (en realidad todos están mas caros, por el sólo hecho de venderse en CUC, entre otras cosas). Y creo que por la bodega sólo se ven Titanes, con lo cual intuyo terminó de producirse el traspaso de marca para que el nuevo Popular sea el único Popular.

Parecería que la inflación tabacalera me persigue, porque cuando llegué a Argentina, los Parisiennes (los únicos cigarros fuertes que se pueden fumar acá, de casi la misma intensidad del Popular nuevo pero con mejor sabor) costaban 1.80 ARS, cuando dejé de fumar costaban 3.20 ARS y ahora están 5.25 ARS. Y esté fue el detonante para terminar 8 años de tan insalubre y exquisito placer, ya que mi precaria economía de emigrante comenzaba a tambalear algunos sueños ante lo cual, debí sacrificar placeres, comenzando por los menos sanos.

PD: Sobre números:
- La verdad, no se cuando ocurrieron los aumentos, pero interpolando los precios, y considerando que yo fumaba una caja de 20 por día, me he ahorrado cerca de 8000 ARS (unos 2000 USD) en estos cinco años.
- Si además me da por contar los anteriores 3 años en Argentina con Parisiennes y anteriores 5 en Cuba entre Aromas, Populares y Vegas (en una obsesiva relación de 10 / 70 / 20) me habría ahorrado en total cerca de 10 220 CUP, 182.50 USD y 3000 ARS.
- Me sorprenden las cifras y dudo si las habré calculado bien, pensé que serían mayores.


Ver Además:






TROPICAL



Recuerdo las primeras heladerías tropicales con las grandes colas y todos con jarros y cazuelas para llenarlo de aquella escarcha maldita: Una alternativa moderna, barrial y de bajo costo a Coppelia. Un helado adecuado a los tiempos que corrían, con toda la austeridad que el momento histórico requería. Coppelia terminó siendo una utopía, un mito.

Aun hoy, cuando voy a alguna heladería me rehúso a pedir helados de agua.

CICATRICES DE UN PERIODO

Omar Rodríguez hace unos meses supo comentar en Desde Afuera, la frase que me ha sugerido hacer este blog: "La ideología de la carestía va con nosotros más allá de "períodos especiales" (y que quedará tatuada como exergo en los bajos del blog), tras lo cual empecé a recordar cuantas veces he actuado llevado por lo aprendido a fuerza de necesidad y carencia en los años más duros del 92 al 94, y su continuación. No las experiencias en sí, no; se trata de cuanto ha marcado en mí y cuánto y cómo a veces se refleja esto en mi cotidianidad, alejado de cualquier suspicacia o tendencia. Aclaro que viví la mayor parte de mi adolescencia durante toda la década del noventa, y el período es una de las cosas que más me han marcado desde todo punto de vista; aunque no por eso puedo echarle la culpa de todas mis mediocridades.

La primera imagen que me surgió cuando leí la frase, fue una tarde noche, ya viviendo en Buenos Aires, en que presto a tomar una ducha, e incluso, ya mojado, reparé en que no había jabón; y salí a medio secar con la toalla a la cintura a buscar un jabón por toda el departamento, y nada, se nos había olvidado comprar, hasta que recordé, que en un rincón, casi seco del poco uso, había un jabón de lavar. Lo gracioso del tema fue como lo agarré con toda naturalidad, le corte un pedazo y me bañé tranquilamente, recordando viejos tiempo que aun no acaban.